Cuando una persona tiene neumonía, el tejido pulmonar se puede llenar de pus y otros fluidos, lo que dificulta que el oxígeno de los alvéolos pulmonares (unos saquitos que hay dentro de los pulmones) llegue adecuadamente al torrente sanguíneo. Cuando una persona tiene neumonía, puede tener dificultades para respirar, tos y fiebre. También es posible que tenga dolor pectoral o abdominal, así como vómitos.
La neumonía suele estar provocada por virus, como el virus de la gripe, también conocido como virus de la influenza, y el adenovirus. Otros virus, como el virus sincicial respiratorio, son causas habituales de neumonía en bebés y niños pequeños. Algunas bacterias, como el Streptococcus pneumoniae, también pueden provocar neumonía. Las personas con neumonía bacteriana suelen encontrarse peor que las afectadas por una neumonía vírica, pero se pueden tratar eficazmente con antibióticos.
Tal vez hayas oído los términos “neumonía doble” o “neumonía migratoria”. La expresión “neumonía doble” se utiliza para referirse a aquella neumonía que afecta a ambos pulmones. Es bastante frecuente que la neumonía afecte a ambos pulmones, de modo que no te preocupes si tu médico dice que tienes neumonía doble –¡no significa que estás doblemente enfermo!
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